lunes, 29 de abril de 2013

El Marqués de Santillana: sonetos y serranillas.

Iñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, nació en Carrión de los Condes, en la provincia de Palencia, en 1398. Además de noble, fue muy activo en la política del reinado de Juan II. Estamos en la transición hacia el humanismo, cuando los hombres, además de las armas, gustaban de las letras: el Marqués de Santillana gozó de una increíble biblioteca, y fue mecenas y protector de estudios humanísticos.

Su pasión por la literatura la heredaría de su padre: gustaba de la literatura clásica grecolatina y de la italiana, influencia que se notará en sus sonetos. El Marqués de Santillana es un referente en la literatura protagonista de este Blog, y aunque su obra es extensa y abarca varios grupos temáticos, como la poesía y la prosa, en esta ocasión trataremos sus famosas "serranillas" y los sonetos, con clara influencia italiana.

Las serranillas. Estos poemas fueron escritos por el Marqués durante sus años de juventud, lo cual hace que su lectura sea liviana y entretenida. Las serranillas son poemas-narrativos en metros cortos, que giran en torno al encuentro de un caballero con una pastora o "serrana", de ahí el nombre dado a estas composiciones. El encuentro amoroso puede acabar en aceptación, rechazo o sencilla admiración, y tiene un marcado carácter popular y trovadoresco. La imagen de las "serranas" fue muy idealizada por el Marqués de Santillana, debido seguramente a la influencia provenzal de las "pastorelas", composición anterior en el tiempo en la que se inspiró nuestro autor.

El mejor modo de entender este tipo de composición, es leyendo una. Aquí vemos la "Serranía I", del Marqués de Santillana:


Serranilla de Moncayo,
Dios vos dé buen año entero,
ca de muy torpe lacayo
faríades cavallero.

Ya se pasava el verano,
al tiempo que onbre se apaña
con la ropa á la tajaña,
encima de Oxmediano
ví serrana sin argayo
andar al pie del otero,
más clara que sale en Mayo,
ell alva, nin su luzero.

Díxele: "Dios nos mantenga,
serrana de buen donayre."
Respondió como en desgayre:
¡Ay!, que en hora buena venga
aquel que para Sanct Payo
desta yrá mi prisionero."

E vino a mí como un rayo
diziendo: "Preso, montero."

Díxele: "Non me matedes,
serrana, sin ser oído,
ca yo non soy del partido,
desos por quien vos lo avedes.

Aunque me vedes tal sayo
en Agreda soy frontero,
e non me llaman Pelayo,
magüer me vedes señero."

Desque oyó lo que dezía,
dixo: "Perdonad, amigo,
mas folgad ora comigo,
e dexad la montería.

A este çurrón que trayo
quered ser mi parcionero,
pues me fallesçió Mingayo
que era comigo ovejero.

Entre Torellas y el Fayo
pasaremos el Febrero."

Díxele: "De tal ensayo,
serrana, soy placentero."


Los sonetos. El Marqués de Santillana, durante su estancia en la corte italiana del rey Alfonso V de Aragón, se dejaría influir por las tendencias literarias italianas. Aparece allí el soneto como nueva pauta para el verso: se trata de una estrofa con catorce versos endecasílabos, organizados en dos cuartetos y dos tercetos, con una rima estructurada de la siguiente forma (leyendo un ejemplo lo entenderemos con más facilidad):

Este es uno de los primeros sonetos escritos en España, escrito por el Marqués:

Lejos de vos y cerca de cuidado,            A
pobre de gozo y rico de tristeza,           B
fallido de reposo y abastado                A
de mortal pena, congoja y braveza,          B

desnudo de esperanza y abrigado             A
de inmensa cuita y visto de aspereza        B
la mi vida me fuye, mal mi grado,           A
la muerte me persigue sin pereza.           B

Ni son bastantes a satisfacer               C
la sed ardiente de mi gran deseo            D
Tajo al presente, ni me socorrer            C

la enferma Guadïana, ni lo creo.            D
Sólo Guadalquivir tene poder                C
de me guarir y sólo aquél deseo.            D


Como se puede observar, el soneto sigue el esquema perfecto: ABAB ABAB CDC DCD.


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